Los informes de calidad del aire de la Secretaría del Medio Ambiente revelan que la lluvia ácida se registra con mayor frecuencia en la zona suroeste de la ciudad. Esto afecta las áreas boscosas, principalmente las que son parte del suelo de conservación, pero el territorio urbano también se ve afectado.
«El concepto de lluvia ácida se refiere principalmente al pH de la lluvia. El pH es una medida que va a indicar qué tan ácida o alcalina es una solución. El fenómeno de lluvia teóricamente tendrá un pH de siete, pero no es así ya que en la atmósfera hay otros gases aparte del oxígeno y nitrógeno, como el bióxido de carbono, los que provocan un amortiguamiento que puede dar un valor de cinco punto seis”, explicó el biólogo Pablo Sánchez, quien es parte del Grupo de Contaminación Ambiental del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la UNAM.
El experto señaló que el agua de lluvia naturalmente es considerada ácida, ya que contiene ácido carbónico formado a partir del bióxido de carbono atmosférico. Así mismo, describió los efectos que el fenómeno puede causar en el ambiente. Entre los escenarios planteó los efectos negativos en el agua, bosques, suelo y patrimonios culturales.
Peligro en ecosistemas y ciudades
El agua se puede ver afectada por el aumento de la acidez en los ríos y lagos, provocando perturbaciones importantes en el medio. Algunos organismos consiguen adaptarse a las nuevas condiciones para sobrevivir, pero otras no, ya que el aumento de la acidez y los niveles de aluminio pueden ser mortales para la vida acuática silvestre. Dentro del ciclo hidrológico este fenómeno penetra las reservas de aguas subterráneas aumentando los niveles de metales tóxicos. Actualmente más de 18 mil lagos están acidificados lo que ha provocado daños en los ecosistemas.
El suelo también aumenta su acidez causando cambios en su composición y ocasionando la lixiviación de nutrientes para las plantas e infiltrando metales tóxicos, tales como el cadmio, níquel, manganeso, plomo, mercurio; y provocando la intoxicación de las especies. Algunas de las consecuencias se pueden percibir en la afectación que ocurre en los bosques, debido a que el agua que cae al suelo puede disolver los minerales y nutrientes que los árboles necesitan para mantenerse sanos.
En México se han realizado estudios para evaluar el efecto de la lluvia ácida en los ecosistemas, particularmente en los bosques que rodean a la zona metropolitana, registrándose valores entre 5.11 y 6.74 en la lluvia. Las zonas que se han percibido más afectadas son la Sierra del Ajusco, el Desierto de los Leones, Tlalpan y Xochimilco. En el Estado de México también existen registros de valores ácidos en la lluvia. Esta acidez está relacionada con diferentes tipos de daños a la vegetación.
La lluvia ácida también ha dañado algunos edificios y monumentos históricos. Algunas de las construcciones que se hicieron con piedra caliza o mármol reaccionan y se transforma en yeso (que se disuelve con el agua con mucha facilidad), por lo que deben ser continuamente restaurados. Los principales daños documentados en México son en la zona arqueológica de El Tajín, en Veracruz, registrando valores de pH menores a 5.72 en la lluvia.
Siguiendo los pasos de la lluvia acida
A partir de 1987 se efectuaron las primeras investigaciones sobre la presencia y efectos de la lluvia ácida. El monitoreo se consolidó en 2001 con la Red de Depósito Atmosférico (Redda), formada por 26 estaciones de monitoreo, y operada por el Sistema de Monitoreo Atmosférico de la Ciudad de México (Simat), que por un convenio tiene el apoyo del Laboratorio Certificado de Cromatografía de la UNAM, encargados de recibir todas las muestras de depósito atmosférico de la Ciudad de México para ser analizadas.
El Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM es una de las principales instituciones a nivel nacional en el estudio de contaminación atmosférica en nuestro país. A través del grupo de Contaminación Ambiental al que pertenece el biólogo Pablo Sánchez, se han elaborado estudios sobre la contaminación de la atmósfera desde miradas multidisciplinarias. Han contribuido a la investigación del comportamiento de la calidad del aire a través de las concentraciones de gases como el ozono, óxidos de nitrógeno, monóxido de carbono, y partículas presentes en la atmósfera, utilizando equipo de monitoreo que tiene diferentes técnicas y colectando material que después es analizado en laboratorio para así obtener la composición química de las partículas.
Los estudios que se realizan para el estudio de la lluvia ácida requieren un amplio protocolo en el que las muestras son sometidas a diferentes parámetros y técnicas de análisis. Entre los principales parámetros se encuentran los del volumen, pH, conductancia específica, acidez, alcalinidad, aniones y cationes. Los parámetros son medidos con técnicas volumétricas, electrométricas, potenciometría, titulación y cromatografía de líquidos iónica.
Fuente: conacytprensa.mx