En la presentación del libro Biocombustibles del investigador Joaquín Pérez Pariente, se abordaron diversos temas en torno a la producción de agrocarburantes que, más allá de generar un impacto ambiental positivo, representan un peligro en el sector alimentario, socioeconómico y natural.
La última entrega del ciclo de conferencias La ciencia en tu universo, realizadas en las instalaciones de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM Azcapotzalco), consistió en la presentación del libro Biocombustibles, sus implicaciones energéticas, ambientales y sociales de Joaquín Pérez Pariente.
El libro es una publicación de la colección La Ciencia para Todos del Fondo de Cultura Económica (FCE), en coedición con el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y la Secretaría de Educación Pública (SEP).
La investigadora Margarita Viniegra es doctora en química con línea de investigación en catálisis heterogénea. Es jefa del Departamento de Química de la UAM y ha sido miembro nivel I del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) durante más de 30 años. Ella fue la encargada de presentar el libro dado que el autor, el doctor Joaquín Pérez Pariente, actualmente radica en España.
Se trata de una investigación crítica de poco más de 240 páginas, ensaya el tema de los biocombustibles o biocarburantes en un sentido teórico y práctico. El autor establece que los combustibles provenientes de cultivos agrícolas parecen ser, en el presente, una alternativa viable de obtención de energía ante el agotamiento y sobreexplotación de petróleo. Este material, que abastece de energía combustible a la humanidad desde el siglo pasado, ha ocasionado serios deterioros ambientales, sociales y políticos que abren la posibilidad y la necesidad de utilizar nuevos materiales que cumplan el mismo fin.
A pesar de los avances en la implementación de plantas de producción de biocombustible a nivel internacional que han enaltecido esta técnica como una alternativa sustentable, el autor propone que esta fuente debe someterse a un debate riguroso.
¿Es verdad que los biocombustibles satisfacen las necesidades energéticas de la sociedad sin comprometer el equilibrio ambiental? La premisa de Biocombustibles abre un campo de análisis en el que se debe cuestionar si realmente se justifica la generación de energía mediante plantíos en un planeta incapaz de alimentar satisfactoriamente a todos sus habitantes.
El libro brinda un panorama preciso de las implicaciones del uso de estas fuentes de generación de energía y resulta una aportación a una discusión de urgencia en la actualidad: la sostenibilidad de nuestro consumo energético.
¿Qué son los biocombustibles y cómo se generan?
Joaquín Pérez Pariente realiza una exposición detallada sobre los orígenes de los múltiples tipos de combustible sintéticos y los que se pueden obtener de recursos naturales. El biocarburante o biocombustible deriva de la biomasa que es la cantidad de materia orgánica originada en un proceso biológico o provocado.
Los biocombustibles se pueden obtener de varias especies de uso agrícola tales como maíz, soya, girasol, palmera, hongos, Jatropha, entre otros. La aportación de estos materiales naturales en la creación de combustibles es que son capaces de absorber el dióxido de carbono (CO2) que se emite en el momento de combustión y, por tanto, la cantidad de CO2 que se envía a la atmósfera es nula comparada con la de los carburantes fósiles convencionales como el petróleo o el carbón.
Hay varios tipos de transformaciones y aplicaciones energéticas de la biomasa. Una de las variantes es el gas combustible llamado biogás. También se producen combustibles líquidos que provienen del etanol, aceites vegetales, metanol y gas pobre (Fischer-Tropsch), además del combustible sólido de carbón vegetal.
¿Cuáles son los perjuicios que causan los biocombustibles al ambiente?
Parte de la discusión, según el autor, radica en que el prefijo “bio” no es muy congruente con los procesos de producción que conlleva. Por esta razón, algunos investigadores prefieren llamarle “agrocombustible o agrocarburante”, ya que se refiere a los productos agrícolas que, aunque teóricamente tienen una emisión nula de CO2, hay que tomar en cuenta la cantidad de energía necesaria para su producción, la cual se aplica en la maquinaria, los pesticidas, el abono químico, el procesamiento y, en la mayoría de las ocasiones, el CO2que despide el combustible del vehículo por el que es transportado hasta la planta.
Otra de las cuestiones cruciales que se estipulan en Biocombustibles es el peligro que sufren las reservas naturales en el proceso de obtención de plantas y semillas oleaginosas. Miles de hectáreas de selvas, bosques y demás ecosistemas son exterminados por las empresas para obtener una cantidad mínima de biocombustible que no es capaz de abastecer los requerimientos de transporte que tiene la humanidad. Cada vez que se deforesta una hectárea de bosque de niebla, de selva tropical o cualquier otro territorio de flora y fauna natural, implica una cantidad muy alta de toneladas de CO2 que viajan a la atmósfera.
“Este libro nos convence de que los biocombustibles no son un sustituto del petróleo y que debemos poner la mira en energías primarias y renovables (el sol, el viento, la geotermia o la energía nuclear). Tenemos que generar investigaciones y proyectos que utilicen energías primarias y máquinas que puedan funcionar con electricidad generada con este tipo de energía. Si seguimos atados a las máquinas de combustión interna en una sociedad en la que tener un carro de uso individual es signo de estatus, seguiremos avanzando por la vía equivocada”, argumentó Margarita Viniegra.
Además de estas cuestiones, se critica el hecho de que, no pudiendo abastecer la producción de alimentos en el sector agrícola, se pretenda utilizar los campos de cultivo alimentarios para la plantación de especies explotables en el sector energético. En México está creciendo la crisis alimentaria al dedicar los cultivos a la producción de maíz utilizado para alimentar los automóviles de Estados Unidos. Esto va aunado al fomento de un modelo agrícola industrial basado en el uso de pesticidas y abonos químicos.
Una reflexión crítica en torno a los biocombustibles
Margarita Viniegra instó a la sociedad mexicana a no dejarse llevar por análisis superficiales y por conceptos de vanguardia que pretenden dar una imagen “verde” o sustentable. Aseguró que, pese a estos inconvenientes, sí hay posibilidades de producción de biocombustibles a pequeña escala en ciertas comunidades o ranchos. Por ejemplo, una pequeña comunidad en Baja California que posee un exceso de producción de grasa de borrego sin utilidad y se está financiando un proyecto para producir biodiesel, lo cual sí puede crear una diferencia favorable en el uso de su transporte y maquinaria.
“A partir de ahora toda la actividad en cuanto a ciencia y tecnología tiene que ser multidisciplinaria. Si vas a usar el suelo, tienes que tener agrónomos, si vas a requerir trabajo de campesinos, tienes que tener a sociólogos y economistas, personas que hagan modelos sobre la utilización de la tierra, gente que realice estrategias sobre qué va a pasar con las emisiones de CO2 cuando tales una hectárea de árboles en la selva yucateca, no puedes hacerlo tú solo”.
El uso de biocombustibles puede suponer parte de la solución a escala local, haciendo uso de residuos animales, de aceites usados o con un uso responsable de zonas de cultivo donde se cumplan criterios de sostenibilidad.
La intención primaria de Joaquín Pérez Pariente, si bien fue realizar una investigación crítica, analítica y certera de las condiciones en las que se desarrolla este tipo de energía, también fue abrir el espacio para la reflexión y el debate público ya que, al crear políticas para sustituir los combustibles fósiles por los de origen agrícola, solamente se está transformando una buena idea a pequeña escala en una amenaza colosal para el futuro del mundo.
Fuente: conacytprensa.mx